Marilyn Manson en S.L.P.: la noche en que la censura perdió
Agosto 11, 2025
La Feria Nacional Potosina (FENAPO) escribió anoche uno de sus capítulos más polémicos y comentados en décadas. No por un escándalo político, no por un acto religioso masivo… sino por el regreso de uno de los artistas más odiados y adorados del rock contemporáneo: Marilyn Manson.
El reverendo del shock, con más de tres décadas de carrera y una lista de controversias que harían sonrojar a cualquier comité de moral y buenas costumbres, llegó a S.L.P. como parte de su gira “One Assassination Under God”, y desde semanas antes la ciudad se dividió entre quienes exigían su cancelación y quienes acamparon por días para verlo gratis en el Teatro del Pueblo.
Una previa digna de película de terror (y no solo por Manson)
En los días previos, el ambiente en San Luis Potosí parecía sacado de un thriller político-religioso. Las protestas contra el concierto no se limitaron a comentarios en redes sociales: un grupo organizado entregó más de seis mil firmas exigiendo la cancelación del evento, argumentando que la presencia de Marilyn Manson atentaba contra la moral, las creencias y los valores de la ciudad.
Como si eso no fuera suficiente para encender titulares, el mismo día del show amaneció frente a la Catedral Metropolitana una cabeza de vaca envuelta en un acto macabro que, sin una sola prueba, fue inmediatamente relacionado por algunos con “rituales satánicos” y “mensajes de advertencia”. El revuelo mediático fue instantáneo y, por momentos, el escándalo parecía superar incluso a la música que estaba por sonar.
Mientras tanto, figuras públicas aprovecharon el momento para dar sermones sobre la “pérdida de valores” y la “necesidad de proteger a la juventud”, convirtiendo el tema en debate de sobremesa y combustible de trending topic. Sin embargo, lo que pretendía ser un boicot moral terminó siendo la mejor publicidad gratuita que el concierto podría haber tenido: las discusiones, los titulares y los gestos de indignación no espantaron al público… lo multiplicaron. Lo irónico es que cada declaración en contra no alejaba a la gente, sino que le recordaba que esa noche había un evento que, simplemente, no se podía perder.
La frase que resume y encendió todo
Con el recinto repleto y miles de fans fuera intentando escuchar algo, Manson apareció entre luces rojas y atmósfera sofocante. Antes de la segunda canción, “Disposable Teens”, lanzó un dardo directo a la yugular de sus detractores:
“They tried their best to destroy me and they fucking fail.”
No hacía falta traducción: Manson estaba reclamando, sin filtro, haber sobrevivido a las acusaciones de abuso y a la cancelación mediática que lo persiguió durante años.
El setlist de la noche
La presentación fue un repaso a sus clásicos más oscuros y a rarezas que los fans hardcore celebraron como si fuera 1998:
El público, mayoritariamente joven (adolescentes de más de treinta años) pero con una nutrida legión de fans de diversas edades, no dejó de corear y levantar cuernos, mientras el artista alternaba provocaciones visuales, su característico maquillaje y gestos teatrales.
Más que un concierto, una declaración
Lo que pasó anoche en la FENAPO no fue solo un show: fue un pulso entre la cultura alternativa y la censura disfrazada de preocupación moral. El hecho de que un artista como Manson tocara en un evento público y gratuito en pleno centro de México es, guste o no, un hito para el rock y el metal en el país.
Sí, su concierto duró tan sólo setenta minutos. A simple vista pareciera que el sacrifició puesto no mereció la pena: acampar desde días antes, viajar horas hasta la capital potosina, soportar el sol recalcitrante de la tarde. Pero para aquellos seguidores del artista, valió cada segundo atender al llamado del reverendo.
La controversia no espantó a la multitud: la atrajo. La “prohibición” implícita fue la mejor publicidad, y miles se dieron cita para ver en carne y hueso a una figura que, aun en decadencia mediática para algunos, sigue siendo un símbolo de irreverencia para otros.
Epílogo: entre el escándalo y la historia
Marilyn Manson no vino a convertir a nadie ni a predicar un credo, pero sí dejó claro que, al menos en San Luis Potosí, el rock puede irrumpir en el espacio público sin pedir permiso. Entre las pancartas de protesta, la cabeza de vaca, los discursos moralistas y los riffs distorsionados, el show quedará como un recordatorio: la censura nunca ha sabido apagar una guitarra.
Fotos: A quien corresponda |Feria Nacional Potosina | Ricardo Gallardo Cardona